viernes, 5 de diciembre de 2014

La historia de 'Bam Bam', un rugbier luchador dentro y fuera del campo

Fuente: ZIMBIO (Warren Little/Getty Images AsiaPac)
Agresiones indignas, peleas de barra de bar o juergas sonrojantes para clubes y federaciones parecen ser las únicas excusas para que el rugby aparezca en los grandes medios deportivos, al menos en España. Los problemas con la Policía son también otro ejemplo de notoriedad mediática, y aunque en nuestro país apenas ha trascendido, este fin de semana pasado arrestaron a un rugbier. La peculiaridad del caso es que no hubiera intoxicación alcohólica por medio. A David Pocock, flanker de ACT Brumbies e internacional con Australia, le detuvieron en su país por encadenarse durante diez horas a una excavadora de una mina de carbón.

Fuente: ZiMBIO (Mark Kolbe/Getty Images AsiaPac)
La historia de David Pocock es atípica. Para empezar, es difícil encontrar a un wallaby que creciera soñando ser un springbok. Y es que ‘Bam Bam’, como le conocen sus compañeros de profesión por su parecido con el personaje de los ‘Picapiedra’ y su extraordinaria fuerza, nació en África. Concretamente en Zimbabwe, en el seno de una familia de granjeros dedicada a la agricultura hasta que la violencia desatada tras la aprobación de la reforma agraria de Robert Mugabe obligara a los Pocock a emigrar. La muerte de un vecino y las agresiones a los trabajadores de la granja por trabajar en las tierras de los blancos bastaron para que abandonaran su vida en África en 2002 y empezaran una nueva en Brisbane, Australia.

Allí, el adolescente David coincidió en su colegio con el que años más tarde sería compañero de selección, el apertura y también foráneo Quade Cooper. Juntos ganaron como escolares el campeonato estatal en una liga en la que también competirían futuras figuras como Will Genia y Kurtley Beale. Apenas cumplida la mayoría de edad, Pocock iniciaría su andadura en el rugby profesional de la mano de Western Force, y en 2008, con 20 años, firmaría su debut con el primer equipo de Australia, una de las mejores selecciones del mundo, también conocida como los Wallabies.

Son malos tiempos para los australianos, que tras un paso insípido por la Copa del Mundo de 2007 afrontan un relevo generacional por la retirada de vacas sagradas como George Gregan o Stephen Larkham. Robbie Deans, nuevo seleccionador, intenta ensamblar de nuevo la máquina con una apuesta más atrevida pero combina resultados prometedores con catastróficas derrotas. La renovación de Australia pasa por un juego valiente, eléctrico, casi suicida en comparación con sus rivales, y que enamora y desespera a partes iguales. Sus protagonistas son aquellos chavales que unos años antes destacaban en los campeonatos escolares, con Genia y Cooper llevando la manija del equipo y Pocock como dueño del ‘7’ de los de oro y verde.

Fuente: ZIMBIO (Hannah Johnston/Getty Images AsiaPac)
Durante esos años, Pocock se va asentando en el rugby profesional y da muestras de su enorme potencial como rugbier. Es un defensor excelente, extremadamente eficaz en el placaje y con un físico privilegiado que le hace ser útil en todos los rincones del campo. Su especialidad son los puntos de encuentro: allá donde un defensor es placado, ya sea por un compañero o por él mismo, 'Bam Bam' encuentrala posición perfecta para recuperar el balón o por lo menos provocar lainfracción del rival. Pronto empieza a destacar en el panorama internacional y su éxito despierta la suspicacia de rivales que le acusan de jugar fuera de la legalidad, como ya sucedió con otro flanker que se movía como pez en el agua en el fango del ‘ruck’, Richie McCaw. El capitán de los All Blacks, leyenda viva del rugby, ve cómo un muchacho recién llegado iguala, si no supera, sus prestaciones en uno de sus puntos fuertes del juego.

El año 2009 sería testigo de la consagración de ‘Bam Bam’ como jugador profesional: disputa todos los partidos de su selección menos uno y es nombrado mejor jugador del partido en la victoria de los Wallabies frente a Irlanda en Dublín. Su meteórica ascensión provoca la caída en la alineación de uno de los históricos del rugby australiano, George Smith. Un año más tarde, Pocock recibe la medalla John Eales, máximo honor que un jugador aussie puede recibir, es reconocido como Jugador Australiano del Año y nominado al premio de mejor jugador del mundo.

Fuente: ZIMBIO (Paul Kane/Getty Images AsiaPac)
En 2011, Australia se proclama campeona del Tri Nations al batir a Nueva Zelanda y Sudáfrica tras diez años de sequía, y Pocock repite nominación. A pesar de acudir ese mismo año como favorita al Mundial celebrado en Nueva Zelanda, los Wallabies finalizan el campeonato en tercera posición, con Pocock como único representante australiano en el XV ideal del torneo. ‘Bam Bam’ es para muchos el mejor flanker del mundo, una barbaridad teniendo en cuenta que se trata de una posición clave en rugby y que los especialistas de cada selección gozan dentro de ella del máximo reconocimiento. Él mismo lo logra en su selección al ser nombrado capitán para las series que disputarían los Wallabies en el verano de 2012 ante la lesión de James Horwill.

Sin embargo, mientras el joven Pocock se consagra en la élite mundial con su juego dentro del campo, da también que hablar fuera de él. Preguntado por sus botas negras, carentes de cualquier distintivo comercial al estar tapada la marca, contesta que no comparte el proceso de producción del material deportivo. Rechaza ofertas de seis firmas deportivas porque entiende que no tiene sentido que esas marcas vendan tan caros sus bienes y paguen a deportistas por usarlas al mismo tiempo que sus trabajadores viven en condiciones indignas. “¿Qué clase de vida y condiciones tienen los que fabrican estas zapatillas?”, se pregunta. Tras rechazar ser patrocinado, impulsa la creación de una nueva marca, Heroes Boots, para defender un proceso de producción justo.

Fuera del campo, ‘Bam Bam’ se significa en aquellas cuestiones en las que cree que no debe mantenerse al margen. Con un marcado sentido de la justicia social, considera su condición de deportista de élite un privilegio y piensa que es su deber utilizar la repercusión de la que goza a favor de causas que considera justas, como la defensa del matrimonio homosexual. Declarándose cristiano y reconociendo haberse criado en un hogar creyente, Pocock carga contra el discurso de la Iglesia de que la legalización de estas bodas supone una amenaza para la familia y decide junto con su pareja no formalizar su propia unión hasta que sus amigos gays puedan hacerlo.

Fuente: EightyTwenty Vision
Sin guardar rencor alguno por la marcha forzosa de su familia cuando él tenía 14 años (al contrario, ve comprensible desde una perspectiva histórica la nacionalización de las tierras y culpa a la corrupción y al odio de sus malos resultados), Pocock pone en marcha junto a su amigo Luke O'Keefe la ONG Eightytwenty Vision para trabajar en Zimbabwe. Además de ser una ‘excusa’ con la que volver a su país de origen y escaparse de la gran ciudad, recoge fondos con los que impulsar proyectos comunitarios que ayuden al autoabastecimientode las poblaciones de Nkayi, una región predominantemente rural que ha padecido graves episodios de malnutrición, arrastra una pobre asistencia sanitaria y donde, al igual que el resto del país, el sida acaba cada año con la vida de miles de personas.

David Pocock Twitter
Fruto de su experiencia en Zimbabwe, país al que visita cada año para supervisar los trabajos de su fundación, Pocock recibe la inquietud de los granjeros por la desertificación de las tierras donde trabajan debido al cambio climático, originado fundamentalmente por la contaminación en los países más ricos, y ante el cual no pueden hacer nada. Prácticamente lo mismo que puede hacer el flanker wallaby ante la apertura de una nueva mina de carbón en Nueva Gales del Sur, una provincia en el sureste australiano. Ello no impidió a Pocock encadenarse este pasado fin de semana durante diez horas a una excavadora junto a un granjero afectado por la apertura de esta instalación, lo que le acarreó ser arrestado.

Con esta acción, el australiano de adopción quiso aprovechar la repercusión mediática de su figura para poner en el foco la amenaza que puede suponer los trabajos en una mina a 4 kilómetros de una escuela infantil y la utilización de combustibles fósiles. Su detención, no obstante, le ha costado una advertencia disciplinaria por parte de la federación australiana y su equipo, ACT Brumbies, los cuales han valorado positivamente la preocupación del jugador por estos problemas, pero censuran la acción por violar el código de conducta establecido y esperan que "su prioridad sea garantizar su condición de deportista de élite". Pocock ha asumido en un comunicado su responsabilidad y tras declarar ser completamente consciente de las consecuencias que su protesta podía acarrearle (se le podrían imputar cargos castigados con la cárcel) reivindica la acción directa no violenta y reflexiona que, a pesar de que este tipo de protestas puedan ser ilegales, consiguen la visibilidad anteriormente negada por los medios y el consiguiente debate.

“We all have a rol to play”. Todos tenemos un papel que cumplir, sostiene. La pregunta es: ¿deja el rugby profesional resquicio para el activismo, ya sea político, social o económico? En un negocio en el que están involucradas empresas con intereses millonarios, ¿qué margen tienen los deportistas para poder compatibilizar su faceta de deportista de élite con ejercer sus derechos como ciudadano? Los deportistas siempre han sido la cara de muchas causas sociales y políticas ante la gran repercusión de la que gozan. ¿Ha acabado también con ello la profesionalización?

‘Bam Bam’, por su parte, continúa desde el lunes sus entrenamientos de pretemporada, esperando reaparecer tras dos lesiones consecutivas en una de sus rodillas, reconstruida en dos ocasiones en apenas 12 meses. Desde hace unos años ya no tiñe sus botas para tapar la huella de una marca deportiva. Las menciones a Heroes Boots apenas pueden encontrarse en noticias de archivo y su página se encuentra inhabilitada. Ahora viste botas de la marca deportiva que patrocina a su federación, quién sabe si responsable ésta de que su intento de impulsar una comercialización más justa del equipamiento deportivo acabase repentinamente. La esperanza de Pocock es volver a los campos en 2015 con el inicio de una nueva edición de la Super 15. Eso siempre que ser consecuente con sus ideas no le cueste la cárcel o la exclusión del rugby profesional.

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