jueves, 27 de noviembre de 2014

La gran batahola de Estremera

“Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”, Eduardo Galeano (1940).



Las puertas del autobús de la delegación del XV de Hortaleza se abrieron por enésima vez ese día en las inmediaciones de la penitenciaria de Estremera. Un desplazamiento especial y emotivo. Novedoso para muchos, estimulante para todos. Los ecos de libertad resonaron aquella mañana de diciembre por todo el amplio muro que rodeaba el penal, pues un partido de rugby iba a tener lugar. Los gritos que bramaron los jugadores de la Escuela de Rugby Madiba antes y después del choque recordaron a la gran batahola de los presos anarquistas que describía Nanni Balestrini en 'Los Invisibles', pues como aquellos, tampoco se resignan a su suerte, confían en que serán escuchados y solicitan con vehemencia una nueva oportunidad.

Pero antes, los veteranos del lugar quisieron mostrar a los más bisoños un nuevo concepto de eso que una parte del cuerpo técnico del club ha dado a conocer como activación, una suerte de despertador con el oval previo a los partidos, y lo hicieron en una de las cantinas de la comarca, de la que salieron perturbando la calma del lugar y graznando el primer fuego del día gracias a los digestivos brebajes allí servidos. 

De camino, las chanzas protagonizadas por los más agitadores de la comitiva contrastaban con los grises paisajes que iban dejando atrás. Ajenos a la atmósfera que se respiraba en el exterior, el XV seguía con su particular preparación de cara al encuentro que les enfrentaría con la Escuela de Rugby Madiba, formada por los internos del centro y verdaderos protagonistas de esta nota.


Volviendo a líneas pretéritas, y más allá de la distensión que pudiese revolotear por el ambiente, el equipo llegó a su destino con la lección y la responsabilidad de ofrecer su mejor trabajo, no ya solo por los colores y escudo que defendían, sino también por el respeto a la casi treintena de hombres que dentro les esperaban y que tenían marcado a fuego ese día en sus calendarios. Así, liderados esta vez por Manuel, cuya experiencia sin duda servirá de referente para muchos de los antiguos compañeros con los que iba a enfrentarse, los dragones pisaron la acolchada arena, en la que el equipo de Madiba ya esperaba ansioso.

Haciendo gala una vez más de la máxima de este deporte, el partido fue lo suficientemente intenso como para no caer en la relajación y en la autoconfianza. El pundonor de los locales sorprendió a muchos de los nuevos dragones, a pesar de que algunas de las advertencias más repetidas en los momentos previos al choque alertaban del empuje y bravía de los jugadores de Madiba.

La Escuela de Rugby Madiba recoge en las tres palabras que conforman su nombre todos los atributos que éstas podrían desprender. Sus corajudos miembros conforman la imagen de lo que una vez llegó a representar este deporte, y de lo que todavía es capaz de hacer por la comunidad que le rodea. El rugby es un lenguaje que, más allá de la carencias técnicas y de reglamento que todos podemos tener, entienden a la perfección, por ello se presenta como el mejor deporte para trasmitir una serie de valores. Saben que se pega duro, pero el juego limpio y el respeto al árbitro y a los rivales son capitales. 


Existe un vínculo especial entre aquellos que abrazan los sinsabores del oval. El rugby enseña a comunicarse, esencial en este deporte, su intrínseco espíritu gregario, relegando el interés personal por el del grupo, se convierte en la mejor herramienta de reinserción social. Lo más importante es la unidad de la tribu, algo que Carlos Solla, artífice de Madiba, ha querido transmitir a sus jugadores de rugby, más allá de la perfección en el pase o la tracción a las cuatro ruedas de su melé, que por otro lado en peso y coraje no tiene nada que envidiar a muchas de las que se pasean por los campos de algunas categorías.

En definitiva se trata de modificar las conductas negativas utilizando fundamentalmente dos herramientas: el diálogo y el juegoSimbiosis perfecta para transmitir el mejor de los mensajes. A fin de cuentas, como decía Víctor Hugo, no existen malas hierbas, sino malos cultivadores. El capitalismo, bajo su dominio económico, financiero y político, se sirve y demanda una gran cantidad de peones -siempre los más vulnerables- con los que perpetuar así su ominoso sistema.


El resultado fue lo de menos. Los triunfos ese día poco o nada tuvieron que ver con el número de ensayos que ambos equipos hubieran podido conseguir. La victoria fue el propio partido en sí. Que los olvidados supieran que fuera existen mejores causas por las que sangrar y a las que unirse. A los demás nos queda observar con orgullo como el deporte que te apasiona se convierte en la terapia que reconcilia a estas personas con una sociedad injusta de la que muchos fueron víctimas.

  
Nota del paso del XV Hortaleza por el penal de Estremera allá por finales del mes de diciembre de 2013.

Imágenes: José Luís Hernandez Sanz

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